Los causalistas de la escuela clásica y neoclásica construyen el tipo de lo injusto limitándolo a los elementos objetivos (acción, resultado y relación de causalidad entre ambos), llevando el dolo (elemento subjetivo) a la culpabilidad, los propios causalistas entendieron lo insuficiente de esta teoría, ya que:
Para descartar el carácter delictivo de una acción había que esperar al análisis de la culpabilidad (donde se demostraría que el resultado no se había producido por una acción dolosa ni imprudente), aún así no corrigieron la errónea ubicación de los elementos subjetivos en la culpabilidad, sino que limitaron las conductas típicas con nuevos criterios más restrictivos de la causalidad.
Uno de estos criterios era la causalidad adecuada de una conducta peligrosa [que actualmente se denomina juicio de previsibilidad objetiva]: “solo existe relación de causalidad entre una conducta y un resultado cuando éste era previsible ex ante” -> por tanto la existencia de esta previsión se convierte en un “criterio de imputación objetiva”) [como se analiza a continuación]
Finalmente, la doctrina finalista supuso la aceptación generalizada de que el dolo (y otros elementos subjetivos) formaban parte del tipo de lo injusto así solucionaban ya en lo injusto muchos de los problemas que la antigua doctrina no había resuelto con la causalidad adecuada.